Capítulo 2: El Dios de la Liberación

Gary North

Narrated By: Fernando Sanchez
Book: La Liberación Del Planeta Tierra
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Chapter Text

Y habló Dios todas estas palabras diciendo: Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre. No tendrás dioses ajenos delante de mí. (Ex. 20:1-3)

Dios se anunció a sí mismo en el Monte Sinaí. Fue El quien intervino en la historia para liberar a su pueblo de la esclavitud. Este Dios es el amo de la historia. El dios falso de Egipto, Faraón, no había sobrevivido su confrontación con el Dios de la Biblia. Por no ser ningún dios en Egipto lo suficientemente poderoso para detener su liberación, se le recuerda al pueblo de Dios que no invoque a ningún otro dios en su adoración.

Aquí hay un punto de conflicto fundamental entre el cristianismo y el marxismo. El marxista no cree en Dios. Marx sostuvo que la idea de Dios radica en las mentes de los hombres, que también es el resultado de la moda de producción en cualquier momento en la historia. Así que, según Marx, un Dios que interviene activamente en la historia para liberar a su pueblo es un mito.

Ese fue el punto de vista de Faraón, también. “¿Quién es Jehová, para que yo oiga su voz y deje ir a Israel? Yo no conozco a Jehová, ni tampoco dejaré ir a Israel” (Ex. 5:2).

Vemos una declaración de este punto de vista en el Manifiesto Humanista II (1973):

Así que, no podemos descubrir ningún propósito, ni providencia divina para la especie humana. Si bien hay mucho que no sabemos, los humanos son la causa por lo que somos o lo que seremos. Ninguna deidad nos salvará; tenemos que salvarnos a nosotros mismos.

Los teólogos marxistas de la liberación constantemente se refieren al Éxodo en sus escritos. Ellos reclaman que el Éxodo, más que todos los otros libros de la Biblia, es el que da a los cristianos radicales el derecho a la revolución sangrienta. El Éxodo de Israel de Egipto es el modelo principal de la versión marxista de la teología de la liberación.

No hay duda de que el Éxodo proporciona un modelo para la liberación. El faraón era un tirano. El adoraba a dioses ajenos. La teología egipcia en realidad, afirmaba que el faraón era un dios, el vínculo entre el cielo y la tierra. Por lo tanto, la teología egipcia, era en el fondo humanista. Dios no tolera el humanismo para siempre. Dios destruyó al faraón y a sus tropas en el Mar Rojo.

No Fue la Revolución sino Dios Que Liberó a Israel

Hay un aspecto muy importante en la historia del Éxodo que los teólogos de la liberación parecen nunca mencionar. Los israelitas nunca fueron mandados por Dios a entrar en la rebelión armada contra sus captores. Dios intervino para librarlos, aún contra la voluntad de sus gobernantes transigentes (Ex. 5:20-21). Dios derribó a Egipto en medio de su gloria, pero los israelitas tuvieron que ser acosados fuera de Egipto. Los egipcios les tuvieron que rogar para que salieran, ofreciéndoles joyas y oro como incentivo (Ex. 12:35-36).

Como gente con una mentalidad esclavista, los israelitas prefirieron permanecer bajo la esclavitud de Egipto en vez de ejercer dominio bajo Dios. Es por eso que repetidamente le dijeron a Moisés que querían volver a Egipto (Num. 11:5, 18, 20).

El mensaje completo del Libro de Éxodo es que Dios libera a su pueblo de la esclavitud, aún cuando ellos están en un estado de rebelión parcial contra El. Cuando ellos andan en obediencia dedicada a El, El no los entrega a esclavitud en primer lugar. Bajo tales circunstancias ellos ejercen el dominio sobre los enemigos de Dios (Deut. 28:1- 4).

Así que en ninguna manera el Libro de Éxodo puede ser usado legítimamente como justificación de la revolución armada. Es cierto que Dios levantará a naciones o grupos malos que odian a Dios para dirigir revoluciones sangrientas contra los egipcios de este mundo. Es posible que Dios use a los comunistas para despedazar a los regímenes paganos que buscan el poder político del mundo, como preparación para el triunfo del evangelio. Pero esto no significa que los cristianos han de ayudar a tales grupos revolucionarios, o favorecerlos, o hacer cualquier cosa excepto desafiarlos.

Hay un dicho que dice, “Salir de Guatemala para meterse en guatepeor” (No tengo nada en contra de la República de Guatemala, es sólo un decir). Cuando los cristianos unen sus voces de protesta con los comunistas en contra de un gobierno civil existente, ellos están en el proceso de salir de Guatemala para meterse en guatepeor. Los déspotas tambaleantes y sedientos de poder en este mundo generalmente se contentan con permitir a los cristianos el hacer su trabajo en paz mientras que ellos puedan permanecer con sus riquezas que han extorsionado por un tiempo más prolongado. Estos no son asesinos sistemáticos. Tampoco son ateos que odian a Dios e intentan suprimir la iglesia. Ellos son sólo criminales que por un tiempo están en el poder. Ellos son los juicios mínimos de Dios sobre un pueblo rebelde.

Deje entrar a los comunistas, y usted tendrá una tiranía científica, una persecución consciente de los justos. Los comunistas son a los dictadores lo que el hijo de Salomón, Roboam fue a Salomón, y lo que Jeroboám fue a Roboam. Los jóvenes consejeros insensatos de Roboam le aconsejaron lo siguiente:

Entonces los jóvenes que se habían criado con él le respondieron diciendo: Así hablarás a este pue blo que te ha dicho estas palabras: Tu padre agravó nuestro yugo, mas tú disminuyenos algo; así les hablarás: El menor dedo de los míos es más grueso que los lomos de mi padre. Ahora, pues mi padre os cargó de pesado yugo, mas yo añadiré a vuestro yugo; mi padre os castigó con azotes, mas yo os castigaré con escorpiones (l Ki. 12:10-11).

Hubo entonces una rebelión contra Roboam por parte de Jeroboám, quien dirigió a las diez tribus a formar una nación aparte. ¿Pero cuál fue el precio de esta rebelión de impuestos? La idolatría. El los hizo adorar becerros de oro para establecer las bases de un nuevo reino político (l Ki. 12:25-33). Los israelitas del Reino del Norte salieron de Guatemala

(los impuestos altos de Roboam) y cayeron en Guatapeor (la idolatría, y eventualmente al cautive rio de los Asirios).

La Experiencia Rusa

En la Rusia Zarista, antes de la revolución, unos 20 a 25 millones de personas, o sea una tercera parte de la población de los rusos blancos eran miembros de un grupo cristiano llamado Viejos Creyentes.

Estos habían sido duramente perseguidos intermitentemente por la iglesia del estado, la Iglesia Ortodoxa Rusa, desde 1660. Estos viejos creyentes “se hicieron subterráneos”, escondiendo su adoración de las autoridades, y conduciendo su religión como les parecía mejor. Se mudaron tan lejos de los centros de poder como pudieron. En 1883, el Zar hizo ilegal que los viejos creyentes establecieran sus propias escuelas. La educación tenía que estar en las manos de la iglesia establecida, y los líderes religiosos creían que los hijos de los viejos creyentes podrían ser separados de la religión de sus padres. No fue sino hasta la derrota de Rusia en manos de los japoneses en 1905 que las cosas mejoraron para los viejos creyentes. Aun en enero del 1914, antes de la segunda guerra mundial, el ministerio de educación implantó restricciones en el empleo de viejos creyentes como maestros.

En su resentimiento en contra del Zar y la iglesia estatal, algunas veces los viejos creyentes participaron en revueltas periódicas contra el Estado Ruso. Cuando el régimen Zarista se empezó a derrumbar en 1905, el Estado ya había perdido el apoyo de un gran segmento de su ciudadanía religiosa conservadora. La pérdida de apoyo produjo la revolución

Bolchevique, la cual colocó a los viejos creyentes bajo una persecución mayor que la que el Zar jamás había impuesto. Por estar ellos retirados de casi toda acción política positiva a través de los siglos, eventualmente cavaron su propia tumba.

Algo similar sucedió cuando los nazis invadieron Ucrania en el 1941. La persecución de los Ucrania nos (Rusia Occidental) por parte de los soviéticos en los años 30 había sido horrenda; literalmente los habían matado de hambre. Fue durante esos años que Nikita Khrushchev ganó su reputación como el “carnicero de Ucrania.” Al principio millones de ucranianos se unieron a los nazis. Ellos esperaban la liberación del yugo del amo Bolchevique. Pero los nazis impusieron otra tiranía tan mala como la de Stalin. Lo que había parecido ser liberación, se convirtió en otra horrible tiranía con espiritismo, racismo y socialismo como la nueva religión en vez del ateísmo y comunismo Bolchevique. No es bueno salir de Guatemala para meterse a guatepeor.

Dios como Libertador

En la introducción de los Diez Mandamientos, Dios anunció que El había intervenido decisiva y milagrosamente en las vidas de los hebreos. Esta intervención fue radicalmente personal. Los eventos acaecidos en el Éxodo no se pueden explicar convincentemente como una serie de eventos naturales e impersonales. No hubo ninguna duda en la mente de los hebreos mosaicos que Dios había sido la fuente de su liberación de Egipto. Ciertamente no había ninguna duda en la mente de la gente de la ciudad cananea de Jericó, como Raab se lo informó a los espías una generación más tarde (Josh. 2:10- 11).

Al identificarse como la fuente de su liberación, Dios declara su total soberanía sobre ellos. Un Dios que interviene en la historia, no es un Dios distante. El es un Dios de poder. El posee el poder de cambiar a las naciones, los mares, y la historia. Ningún otro Dios tiene tal poder; por lo tanto, les es requerido adorarle solo a El.

El es también su Rey. Los reyes orientales del segundo milenio A.C. usaban una fórmula para anunciar su soberanía similar a este anuncio y también similar al anuncio de Dios a Moisés de su nombre (Ex. 6:2). Aun cuando sus nombres fuesen conocidos, los mismos eran anunciados como introducción a su proclamación. Entonces se acostumbraba a grabar sus grandes obras. El comentarista judío Cassuto resume así el pronunciamiento de Dios: Yo, el que habla, soy llamado YHWH, y soy vuestro Dios específicamente. Aunque soy el

Dios de toda la tierra (xix 5), soy también vuestro Dios en el sentido de que, en consideración a esta santificación os he escogido para ser el pueblo de mi posesión especial de entre todos los pueblos de la tierra (xix 6); y soy yo quien os trajo fuera de la tierra de Egipto, no para moverlos de un lugar a otro, sino para liberarlos de la casa de esclavitud.

Por lo tanto, os conviene que me sirváis no con temor y terror, que es la manera en que los otros pueblos adoran a sus dioses, sino con un sentido de amor y gratitud.”1

1. U. Cassuto. A Commentary of the Book of Exodus (Jerusalem: The Magnes Press, [1951] 1974), p. 241.

El es un Dios de poder y de ética. Ambos rasgos de la persona de Dios son revelados por su obra de liberación de los hebreos de sus amos egipcios. A El se le deben tanto amor como temor reverente. Los acontecimientos de la vida son controlados por un Dios que hace que sus palabras se cumplan.

Los hebreos tuvieron esto como la base histórica de su fe en Dios y su orden legal. Este orden legal se resume en los diez mandamientos que siguen la introducción. Los mandamientos son la base de vivir justo. Toda la ley del Antiguo Testamento sirve como jurisprudencia de los diez mandamientos. Por lo tanto, tienen que ser considerados como

la base de las instituciones sociales y las relaciones interpersonales. Cualquiera que sea el área de la vida bajo discusión —la familia, los negocios, la asociación caritativa, el orden militar, la medicina, etc. —la ley bíblica gobierna las acciones del hombre.

Los hombres pueden escoger ignorar los requisitos de la ley. Pero Dios castigó en Egipto y en el Mar Rojo a los que rechazaron en forma desafiante y flagrante la autoridad de su ley. Los israelitas experimentaron personalmente los efectos institucionales de un orden social gobernado por una ley diferente a la Biblia. Ellos eran esclavos. El Dios que los había liberado de la esclavitud ahora declara sus reglas fijas de justicia no solo justicia particular, sino justicia social e institucional. Por lo tanto, el Dios de la liberación es simultáneamente el dador de la ley. El estrecho vínculo entre la ley bíblica y la libertad humana está basada en el carácter de Dios mismo.

Los hebreos no podían haber malentendido esta relación entre la ley de Dios y la liberación. Dios se identifica como el libertador de Israel, y entonces El establece un resumen de la estructura de ley que él requiere como la regla fija de la actividad humana. El Dios de la historia es un Dios de la ética. No puede haber ninguna ética bíblica aparte de una regla fija suprema, mas ésta regla fija es completa mente aplicable a la historia, porque el Dios de la historia ha establecido la regla. La ética tiene que ser simultáneamente permanente e históricamente aplicable. La permanencia no debe comprometer la aplicabilidad de la ley en la historia, y las circunstancias históricas no deben hacer relativo el criterio universal. La tensión dialéctica entre la ley y la historia que desmantela cada filosofía social no bíblica es vencida por Dios, quien es el protector de su ley y el orden social que es gobernado por la misma. El es el garantizador de la aplicabilidad permanente de la ley porque El es el libertador; en el tiempo y en la tierra.

Los profetas de Israel anunciaron repetidamente sus críticas detalladas en contra de Israel y Judá, recordándoles primero que el Dios en cuyo nombre ellos representaban ante la nación era el mismo Dios que los había librado de Egipto (Is. 43:3; Jer. 2:6; Ho. 13:4). Habiendo hecho esta identificación, luego pasaban a catalogar los pecados de la nación —los pecados que eran prohibidos por la ley bíblica. Ezequiel escribió; citando a Lev. 18:5,

Los saqué de la tierra de Egipto, y los traje al desierto, y les di mis estatutos, y les hice conocer mis decretos, por los cuales el hombre que los cumpliere vivirá (Ezek. 20:10-11).

La versión Biblia de las Americas traduce así esta cláusula final, “si un hombre los observa, él vivirá.” En otras palabras, la base misma de la vida es la ley de Dios, si el hombre vive según esta ley. Los profetas enumeraban entonces los pecados de la nación que trajeron muerte y destrucción inevitable.

La Ley Bíblica

¿Pueden tener los hombres legítima confianza en la ley de Dios en cada área de la vida? Sí. ¿Por qué se justifica ésta confianza? Porque el mismo Dios que libertó a Israel de los egipcios estableció también leyes en cada área de la vida. Pero esto significa que la base de estas leyes no es el hombre, ni la casualidad, ni los ciclos históricos, ni las fuerzas impersonales de la historia, sino es la sostenida providencia de Dios. El garantizador de la seguridad funcional de la ley es un ser personal que rescata a su pueblo de manos de los que desprecian su ley.

La ley bíblica es la ley de la liberación para los que se han liberado del pecado por la gracia regeneradora de Dios. Por lo tanto, la ley anti bíblica es la ley de la esclavitud. Los que proclaman la teología de la liberación pero rehúsan ser guiados por la revelación concreta y explícita de Dios con respecto a la ley económica, son lobos vestidos de oveja. Si proclaman alguna variación del marxismo, del socialismo, del intervencionismo, o de otro

sistema económico que deifica al Estado, entonces son los equivalentes a los egipcios. Si proclaman el anarquismo radical, entonces ellos edifican los fundamentos para un reacción política y ética que ayudará a los que se esfuerzan para agrandar los poderes del Estado. Los hombres no vivirán bajo la anarquía. El libertinaje (sexual u otro), que es necesariamente una consecuencia del abolir todas las leyes civiles (el anarquismo), crea esta reacción.

(Históricamente, los anarquistas que se han aliado con los revolucionarios marxistas al principio de una revolución, pero han sido destruidos invariablemente después que sus aliados anteriores capturan el control del aparato coercivo del Estado. Marx y el anarquista Miguel Bakunin cooperaron inicialmente en fundar la Primera Internacional [la Asociación Internacional de Trabajadores], la organización revolucionaria, comunista internacional original pero los dos se separaron luego, y posteriormente Marx y Engels destruyeron la organización al final de los años 1870 al transferir su sede a laciudad de Nueva York en vez de permitir que la organización cayera en manos de los seguidores de Bakunin. En el caso de la revolución rusa, los anarquistas estuvieron entre los primeros disidentes que detuvieron el Cheka, la policía secreta de Lenin.)

La Biblia establece una verdadera teología de la liberación, y apoya una verdadera sociedad de liberación. Los datos específicos de este orden político y social tienen su base en la ley de Dios. La llamada “teología de la liberación” de las últimas décadas del siglo veinte es muy a menudo una versión diluida del marxismo, o alguna forma de economía política socialista.

Los que se llaman a sí mismos teólogos de la liberación llaman la atención al precedente histórico del Éxodo, pero hacen pocas referencias a la gran jurisprudencia del Antiguo Testamento donde se aplica la ley de los Diez Mandamientos. En realidad los teólogos de la liberación niegan la validez continua de las leyes del Antiguo Testamento que tratan con las relaciones económicas; sólo esas leyes que parecen extender el poder económico del Estado —y hay muy pocas de éstas en la Biblia—citan los teólogos de la liberación. Este aspecto de “escoger lo conveniente” de la teología moderna de liberación, una elección gobernada por los principios del socialismo y la revolución en vez de por los principios de la teología ortodoxa mina la habilidad de la iglesia de reconstruir las instituciones sociales según la palabra revelada de Dios.

¿Por qué, entonces, las iglesias que creen en la Biblia se han mantenido calladas por tanto tiempo? ¿Por qué han dejado que los marxistas les roben la idea de liberación y transformación social? Una razón importante es que las iglesias no han estado de acuerdo en la necesidad de ofrecer opciones positivas al humanismo. Muchas iglesias prefieren esconderse en las sombras de la historia hasta que Jesús venga otra vez corporalmente para liberar a su pueblo de la esclavitud. Ellos no creen que Dios les ha dado la autoridad y las herramientas para liberar al mundo de la esclavitud en Su nombre, antes de que El venga corporalmente. Yo llamo a este tipo de cristianismo la religión del escape. (Vea el Capítulo 3.)

Resumen

La liberación y la ley de Dios van juntas. El anuncio de Dios a Su pueblo que El es el Dios que los libertó de Egipto, y después la presentación de Sus Diez Mandamientos, hace ineludiblemente clara esta conexión entre la libertad y la ley bíblica. Abandonar la fe en la seguridad funcional de la ley de Dios es abandonar la fe en lo que la Biblia proclama como la única base de la liberación, es decir, la liberación bajo el poder soberano de Dios, quien sostiene el universo y llama a todos los hombres a atenerse a sus principios éticos en cada área de la vida, en el tiempo y en la tierra.

En resumen:

1. Los teólogos marxistas de la liberación apelan impropiamente al ejemplo del éxodo.

2. Los Israelitas no adoptaron las tácticas de una revolución armada contra los egipcios.

3. Los cristianos no deben trabajar con, ni apoyar a los movimientos revolucionarios marxistas y humanistas.

4. El Dios que libera es el Dios que controla la historia.

5. Este Dios es el Dios del poder y la ética.

6. Dios ha dado a Su pueblo Su ley para liberarlos del pecado en cada área de la vida.

7. Dios ha dado a su pueblo su ley para habilitarlos a ejercitar el dominio en cada área de la vida.

8. Las leyes de Dios son las leyes de vida para los hombres redimidos.

9. La ley bíblica es la ley de liberación para las personas libradas del pecado.

10. Cualquier cosa en contra de la ley de Dios resulta en la esclavitud.

11. La liberación y la ley de Dios van juntas.

12. Muchas iglesias no han predicado esta verdad.

13. Marxistas y humanistas han robado el lenguaje y visión de la Biblia.